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Mostrando entradas de septiembre, 2014

MALESTAR

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Entre muchos a veces tenemos esa sensación de ser poco, y algunas otras, somos mejores; mala costumbre de tener cerca la pobre percepción de un mundo construido sobre bases de cristal, donde lo irrompible puede ser más frágil que el material de la base. Sentir decepción, y tener la gran capacidad de autocontrol son en Edgar un engaño, porque superpone más alegría o menos de ésta ante la felicidad, o a veces coloca ante la tristeza más decepción o menos de ésta. Pero la moraleja en todos sus encuentros fortuitos con las rocas y desmanes de la vida siempre puede verse a través de los ojos de su espejo, la valiente Martina, quien soporta la crudeza del malestar por un sistema, un mundo, un cotidiano avance por la carretera que conduce a sus oficinas, sin dejar de cantar esa contemplativa canción de la radio que invita a los amantes a dejar de lado sus antiguas vocaciones para salir, ser libres y ser…simplemente eso, ser.  Son simple y sencillamente dos almas, pasantes, circuitos de flui

Decadencia

Los miedos y la percepción de la realidad que cobija cada uno de nuestros poros; los silencios, las dudas, un millar de razonamientos absurdos; y Platón con la abstracción del mundo y la metáfora de las ideas. El hombre y la armonía del universo, giran, convergen a cada ideología, a cada sinfonía de discrepancias; todo aquello que existe se hace nebuloso, toda creencia se toma las palabras y no hay lugar en el cual se puedan esconder todas las confusiones. Y vuelve ahora La ausencia fiel de los miedos De aquel poeta tripulante De los barcos de papel. El sacrificio en la balanza Y el aroma del final, Un amargo y cruel Despertar de la cotidianidad La única promesa en contra El único secreto a favor Entre el tedio y el placer, No vivir a favor de las necesidades, De la esperanza, del amor. Se condena el cuerpo, se condena la razón, Y todo envuelto entre la oscuro melodía, De un circuito ajeno, y de un ego Sin switch de off. Una condena sin m

Almuerzo

Casualidad de encontrar un rico almuerzo, y a su vez, ver dentro del menú un exótico condimento del placer. Puede ser que fuera tan solo el aderezo, o un postre para cerrar, o un aperitivo para empezar.  Edgar no imaginaba el origen de aquella visión, únicamente circulaba dentro de si un rumor de pulsiones, de penetrantes deseos de correr, y probar la manzana de un Edén fortuito, de un circulo vicioso dentro de su pequeña realidad. Cada paso lo aleja un poco, sufre, la batalla es un día nublado, y cada verso en su mente lo llevaba a poetas malditos. Su almuerzo era entonces el amargo veneno de dos amantes Shakesperianos, consumado al desierto del sentir, impulsado a la gracia de las Furias; la confesión de sus culpas contiene la carga de su pesada desazón, y  caminando pudo expandir el horizonte del oasis; ahora imagina ese almuerzo convertido en cena y cada una de sus partes ha buscado en Dionisio el aroma, una piel de vino; y el altar se eleva, y el particular silencio antepone la gr

El color

¿Quien dijo el amor es rojo? O la pasión escarlata? la esperanza verde?, o acaso, El miedo negro? Alegría amarilla, nostalgia gris? Y sí, mi alegría es negra y mi pasión azul? Me verías gris o acaso café.