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Mostrando entradas de julio, 2009

Nocturno… (Muerte)

El susurro de la noche caída, Como aquel que bajo del cielo Envidioso y egoísta, Antepone el gobierno de las almas valientes, Condenadas a la falta de visión, Al placer de la luna, A la risa del viento, Y el clamor de la sombra en las lámparas callejeras; Se reúnen los sonidos inhóspitos, Trayentes de calma, en el concierto del silencio, Que agotado consume la barbarie, Y se alimenta de las parejas de gatos en los tejados, Las camas rechinantes, los ronquidos Y de las ramas caídas. La profundidad de su color se abalanza ante la muerte, La llena de la fuerza inagotable; La humanidad la eleva al altar infinito, Y el tiempo no le pasa; Altiva, sublime, penetra al corazón la daga, Pronto transcurre la luz del túnel de los recuerdos, Llenando los legados de la tierra de huesos y cenizas.

Sublime Muerte

Nos adormece la llenura humana Intransigente y callada; Los sentidos aplastados Consumados por la débil mente; Y la noche manifiesta Los temores infantiles, Las ansias insospechadas, El clamor terrenal. Se empaña la razón Se agudiza el instinto Y la muerte nos cobija; De nuevo la vida alza sus banderas Y silba el viento, un miedo humano; No se alcanza a oscurecer la virtud, Ni los dones, ni lo material, Se conserva en el tiempo El recuerdo fatal; ¡Y la noche sigue conservando El miedo natural! Clama el grito ¡viva! La sonriente muerte, Que se inclina en venia Ante la descomunal alegría. El sufrimiento es el plato fuerte, Pero lo es más la ignorancia, La valentía profana es un postre, Y la barbarie sus galas. La sombra una constante amiga, La luz una aliada insurrecta, La espesura de sus letras El gobierno de la carne. La fantasía de la inmortalidad un deleite Lleno de inconfesas razones, Y la pulcritud su venir El dote más limpio.