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Mostrando entradas de junio, 2009

Libertad, despojo de soledades

La libertad que abrazamos juntos entre nuestras soledades consumadas, nos ha llevado a soñar unidos en las noches enjuagadas por el sudor de nuestros cuerpos. Sin ponernos títulos que nombren el camino que de la mano llevamos, llenamos el lugar que ocupa una piedra junto al rio; un sonido que acompaña y no abandona, pues sin las rocas no seria rio sino agua vacía y muda. Somos mutuamente piedras y nuestro contorno el rio, que suena gracias a estar enlazados por lo inesperado y venturoso. Candentes murmullos se convierten en las noches en excitantes gemidos de placer que provoca la piel, erizando cada poro y cada vello del cuerpo. Calcinados recuerdos, memorias soportadas bajo armaduras toscas y la virtud del olvido, nos convirtió en seres que ambulan con el pretexto de la insatisfacción y de la búsqueda de un objeto perdido. Nuestros corazones se han llenado de un diluvio de desilusión y de herméticas razones sobre eventos cegadores de una adolescencia pasada; ahora nos

Una noche inesperada

¡Sorpresa! Mi cuerpo vacilante se encontraba acostado al lado de una mujer que quise desde mucho tiempo atrás, y sin que supiera el por qué, en la noche nuestros cuerpos se habían fundido entre las suaves sabanas que nos acobijaba; Inhóspitamente nos unimos entre besos prendidos, suaves caricias que encendieron la sangre que circulaba entretejidas por nuestras pieles y las respiraciones entrecortadas por blandos gemidos que erizaban el alma. El placer había sido el tema días antes, combinados por el deseo y el sentido de la vida; discutíamos acerca del futuro entre aciertos y desaciertos sobre el amor, la felicidad ilusoria, y la dicotomía de un sistema engañoso. Nada se cruzo por la mente noches antes en la cuales solíamos arreglar nuestros caminos y el del mundo entero. El cine nuestro mayor deleite y las salidas acompañadas por el alcohol daban riendas a largas retahílas de incomprendidas vidas como las nuestras. El pasado conjugado por un presente turbio, lleno de miedo y de salida
El Nudo (Juana de Ibarbourou) Llegaste a mí y en mi yo estoy viviendo Y tú viviendo en mi, fiel prisionero, De este decirte siempre que te quiero Y este probarte que no estoy mintiendo. Siempre tierno, hacia mi tu estas viniendo. Siempre voy hacia ti, siempre te espero. Ya se está haciendo un nudo este entrevero En que dos uno solo estamos siendo.

Suspiros en la Noche

Entre los sabios muros el refugio de una razón, se esconde la artimaña, la censura, la puerta cerrada de la satisfacción. Entre las pieles corruptas De una promisión ante un altar venerado De la noche en vinos. Las sonrisas proponentes Del beso esperado, Ante la divina noche Que se funde en las sillas del computador. Por entre las lívidas Miradas, Suspiros escapan Y se entrelazan en labios prometidos.

Carta a los ojos de Ángel

Qué daría por surcar el espacio sideral que tus ojos recorren, Y estremecerme de alegría entre tus brazos desiertos; Pero un montón de ilusiones te sumergen En altivos cabizbajos. Te proponen danzas de amor En desamparos de terror, Te hincas en potros salvajes Con esperanzas de universo. Aparecen prisioneros los rumores del poeta, Desiertas las palabras, Exilias la oportunidad. La penumbra te ahoga, Gritos de auxilio prominentes Al acecho de príncipes de hadas. Disculpas sin sentido Se alzan en tu boca, Cuando no hay heridas Ni siquiera penas. Aun esperan los extrañados sentidos, Verte, tocarte, gustarte, olerte, y oírte; La juventud que dejamos Agoniza en cronos. Se ciegan mis ojos por conquistar los tuyos; He de darte ofrendas más grandes Y llenar tu corazón de diosa, Llevarme de ti lo más dulce; Pero has cerrado las puertas, Mis pies arrogantes intentaron volar Atravesar los muros que te encarcelan al dragón, Y chamuscado en el fuego quedo mi corazón. Y Ruedan mis pensamientos, Aco

Caricias de profesión

Un festival de hormonas entre pocos vestidos, Suprimen la realidad, juegan al olvido, Suspendidas por las expectativas Oscilan las pasiones, Promulgan la lujuria, rompen el silencio. La caridad de sus caricias, de besos promiscuos, Encienden el fuego eterno del juego finito; Sus vidas pasan entretejidas por el sudor, La avaricia de su carne se suspende en el tiempo. Manos de hombres hambrientos, Camisas de olores fugaces, Piel áspera de los años, Hombres jóvenes, aventureros, Consagran su amor a las sabanas sucias, Y las penas de la vida se hacen noche. El intercambio de cansancio, De jugos extraídos de nuestras profundidades, Del dinero del sistema, De sus hambrientos hijos, Del amor sin redención, De lo mal visto por la hipocresía de la sociedad, De sexo y pasión lujuriosa. Unas caricias de profesión, Reparten a los desahuciados por el olvido, Sumergen a los hombres En mares de sangre, Conquistan la santidad En la muerte de los vírgenes, Inspiran a palabras De quienes el amor se hac