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Mostrando entradas de enero, 2014

Transformación de la vida

Es siempre un drama la vida, con alteraciones de alegres momentos, lo cual hace natural todos los acontecimientos abordados en nuestras pruebas. Aunque, estoy seguro de que el final del S. XX y el comienzo del S. XXI tienen grandes implicaciones en la forma como el drama del teatro de la vida se lleva a cabo. La tecnología, la información, la innovación, todos engranajes del sistema humano, y fundamentalmente de la persuasiva economía, nos convierten en seres autómatas, casi convencidos de ser maquinas, algo insensibles, además, con un circuito de reset para los atropellos. El molde transaccional del mundo genera alienación y surgen entes carentes de alma, de sensibilidad, con propósitos definidos, explícitos, y admirados por quienes tienen un maquiavélico pensamiento. A pesar, de estar entre quienes muchas veces ignoramos parte de la belleza de todo lo perteneciente a la vida, se encuentra un halo de esperanza, donde los sentidos perciben grandes hallazgos de la naturaleza humana, don

Sin retorno

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Es el primer día del nuevo año,  y la atmósfera de la habitación está colmada de tristes pensamientos...el inverosímil amanecer, solitario, plagado de sonidos,  enardecen en interiores de carne, y más allá. La luz empieza a penetrar las pupilas y aún el pensamiento gira concentricamente sobre el mismo eje, su soledad. Su ego ha ganado la batalla de los sentimientos, y empobrecido por la tristeza,  Edgar se fuma el último cigarrillo. Ahora tiene el mismo humo en su alma, y es llevada por el susurro del viento madrugador, a lo alto de la copa de los arboles. La banca en donde reposa el cadaver viviente, tiene marcado el tiquete de viaje hacía ninguna parte. Y él decide irse,  para no volver.

Embuste de amor

Que insignificante es el tema del amor cuando siempre observas desde lejos, la patraña que viven algunas parejas; y es aun, más carente de lógica darse cuenta de la mentira de dos amantes embusteros, protagonistas de un teatro de bochornosos reencuentros con la infidelidad. Ese era el encuentro de Edgar, -sentado en un rincón del bar-, de las explosivas miradas de dos amantes conversando entre amigos; frío y calculador, observaba que se lanzaban expresiones de desacuerdo, de celos, y algunas veces ambos tenían la necesidad de tomar aire fresco. El pasar del tiempo dejó entrever los sismos de los corazones de esos amantes, lo cual notó Edgar, pero sin obtener el sentido de ese encuentro desafortunado, no tuvo más remedio que alejar sus instintos y suponer la carencia de amor entre estos dos infieles. Su silla quedo vacía después de decidir alejarse de aquel lugar, donde aprendía cuan difícil es tolerar el significado de amar en tiempos donde todos están contra todos y donde cada cual de