Veneno

Las cartas son ahora un medio poco utilizado para enseñar con las palabras los sentires de la vida, del hombre rendido a manifestaciones metafísicas o a los dilemas morales; son ahora entradas en blogs, correos y chats, los medios, y aun, persisten en el gobierno de nuestras expresiones, las palabras. El único remedio que contemplo para la desazón, angustia, malestar, cólera, es escribirlo, liberarlo al mundo, protegerme detrás de las líneas, sumergir mi cabeza a través del papel o la pantalla. Sólo ha surgido una pregunta distinta en todo el tiempo recorrido, me persigue y no encuentro aún significado: ¿Por qué?

Se ha calado hondo un veneno, lleno de placer y de dolor; todo junto se hace mezcla en mi interior, y voy alejándome de la superficie, cayendo en la oscuridad, dilatada por pequeñas patadas; la distancia es relativa, y la gravedad cae tan pesada sobre mis hombros, dejándome sin la verdad. El error o lo correcto, la verdad o el engaño, la vida o la muerte, bifurcaciones llevadas de la mano, una tras otra por la pequeña cuerda del títere de la vanidad y el ego. Defiéndeme mientras corrijo mis defectos, protege los intereses y vuelve a la realidad, eres tu quien tiene las pisadas más firmes; contempla el pasado como un horizonte oscuro y abre los ojos al presente mientras derribas la maleza del futuro interpuesto por otros sobre tu ceguera. Si hemos de morir todos los días, no volvamos a despertar para hacernos infinitos en la oscuridad.

Creo haber llegado al mismo problema: el diagnostico sigue encontrándose en un solo lugar, y todas las causas son siempre parecidas, la enfermedad del sentimiento consume el tiempo y nubla cada una de las razones; es posible sentirse contradicho y a la vez despertar lleno de rencor con la vida mientras se maldice el momento de llegada del veneno desconocido. La misma falla, en el mismo lugar, con los mismos síntomas, con la misma gravedad, y finalmente la misma solución: la sinceridad, la puerta de salida, el camino al retorno o la salida definitiva.

Esclavizado por la esperanza, por la ilusión, por el futuro; la practicidad se ha perdido dentro, muy dentro. La renuncia a la levedad, al simple deseo, al surgimiento, a las patadas ahogadas dentro de la arena movediza. La derrota del crimen, y la soledad al retorno del mismo sentido de la vida. Contentos los mismos, y el veneno habrá sido miedo, un templo dejado en una caja de zapatos. Siempre quedarán las cuestiones básicas y el recuerdo, la infinidad de respuestas jamás dichas, el gobierno de las ideas, de las hipótesis, los conciertos de fingidos susurros de la verdad, y serán las mentiras las grandes notas dentro del adiós: último deseo, placer, crueles luces sobre el túnel.

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