Sin retorno

Es el primer día del nuevo año,  y la atmósfera de la habitación está colmada de tristes pensamientos...el inverosímil amanecer, solitario, plagado de sonidos,  enardecen en interiores de carne, y más allá. La luz empieza a penetrar las pupilas y aún el pensamiento gira concentricamente sobre el mismo eje, su soledad. Su ego ha ganado la batalla de los sentimientos, y empobrecido por la tristeza,  Edgar se fuma el último cigarrillo. Ahora tiene el mismo humo en su alma, y es llevada por el susurro del viento madrugador, a lo alto de la copa de los arboles. La banca en donde reposa el cadaver viviente, tiene marcado el tiquete de viaje hacía ninguna parte. Y él decide irse,  para no volver.

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