Suicidio (1ra parte)

Lentamente sus manos eran sometidas al extasis de una lucha pérdida, sus ojos se cerraban y su boca y nariz dejaban escapar un aliento frio... brotaba de sus sienes la sangre y la húmeda sensación producida en el aire generaba una cruel melancolía. El arma homicida era la prueba tangible de aquel lavado de la conciencia, donde sólo actuaron la angustia y el miedo de seguir viviendo.

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