Sentados en la sala

Sentados en la sala, besándonos con escondidas emociones pasamos la noche sin vacilación, éramos capaces de hablar durante horas, y besarnos sin que ni el uno ni el otro sintiera deseos de hacer algo más pero, pasadas la horas de hablar y hablar, en mis pensamientos la desnudaba, quitaba sus vestidos y la besaba hasta hacer que su piel oliera a mi saliva, hasta hacer que en medio de sus suspiros, profundos, dijera mi nombre entre cortadas silabas ¡ca..m…!, y que su piel se calentara hasta quemar mis manos juguetonas. Siempre volvía del ensueño cuando mi mente llegaba hasta su más profunda piel y dormía por fin apoyando mi cabeza en su pecho, suave y palpitante. Cada momento junta ella mientras la beso, la adorno con palabras y la rebajo hasta mi más intima arrogancia; cada momento junto a ella hace de mis labios mantequilla, de mis ojos espejos, de mi piel agua, de mi lengua sal... cada momento se hace cada vez más intimo, más animal; cada momento hace mi instinto una razón para devora...