Memoria ajena

La negociación fue fatal. Nuestros encuentros frente a frente nos habían dejado agotados, por lo cual decidimos no volvernos a ver. Sin embargo, no estoy seguro de la condición de nuestras naturalezas y el carácter que conducen nuestras fantasías, por lo cual viaje cerca al pueblo que albergó tu memoria. Literalmente, la tuvo. En el café Internet al cual me dirigí, me senté a escribirles a mis padres, diciéndoles que había llegado bien y que muy pronto regresaría puesto que sólo estaba de paso. Cuando me resolví a chequear el computador en el cual estaba, me di cuenta de que en el puerto USB había una pendrive. Abrí los archivos de dicha memoria. Las fotos, las reflexiones hechas con cuidado y los ensayos de la universidad, tenían una esencia de ti. Un triunfo, sentí, y no adquirí la fuerza necesaria para abordarte cuando te vi volver, a buscar la memoria ajena. No me desprendí de ti, de tus lazos creados en la ficción, de tu acelerada personalidad, de tus lentos...